lunes, 15 de abril de 2013

El trabajo de escritora, por Simone de Beauvoir

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¿Esboza un plan muy preciso cuando escribe una novela?
Sabe, no he escrito una novela en diez años, y durante ese tiempo he estado trabajando en mis memorias. Cuando escribí Los mandarines, por ejemplo, creé personajes y una atmósfera alrededor de un tema determinado, y poco a poco el argumento cobró forma. Pero en general empiezo a escribir una novela mucho antes de elaborar el argumento.
La gente dice que usted tiene mucha autodisciplina y que nunca pasa un día sin trabajar. ¿A qué hora empieza?
Siempre estoy apurada por empezar, aunque en general me disgusta empezar el día. Primero tomo té, y después, más o menos a las diez de la mañana, me pongo en actividad y trabajo hasta la una. Después veo a mis amigos y más tarde, a las cinco, vuelvo al trabajo y sigo hasta las nueve de la noche. No tengo problemas para retomar el hilo a la tarde. Cuando usted se vaya, leeré el periódico o tal vez saldré de compras. Casi siempre trabajar me resulta un placer.
¿Cuándo ve a Sartre?
Todas las noches, y con frecuencia a la hora del almuerzo. Generalmente trabajo en su casa durante la tarde.
¿No le molesta ir de un departamento a otro?
No. Como escribo libros académicos, me llevo los papeles conmigo y todo funciona muy bien.
¿Se concentra inmediatamente?
En cierta medida, depende de lo que esté escribiendo. Si el trabajo va bien, dedico un cuarto de hora a leer lo que escribí el día anterior, y hago unas pocas correcciones. Después continúo a partir de ese punto. Para retomar el hilo tengo que releer lo último que escribí.
¿Sus amigos escritores tienen los mismos hábitos que usted?
No, es algo bastante personal. Genet, por ejemplo, trabaja de una manera muy diferente. Dedica doce horas diarias durante seis meses cuando está escribiendo algo, y cuando termina, puede dejar pasar seis meses sin hacer nada. Como dije, yo trabajo todos los días, salvo durante los dos o tres meses de vacaciones, en los que viajo y generalmente no trabajo nada. Leo muy poco durante el año, y cuando viajo me llevo una valija llena de libros, los libros que no he tenido tiempo de leer. Pero si el viaje dura un mes o seis semanas, me siento inquieta, especialmente si me encuentro entre dos libros. Me aburro cuando no trabajo.
¿Cómo se sitúa usted entre los escritores contemporáneos?
No lo sé. ¡De qué sirven las autoevaluaciones! ¿El ruido, el silencio, la posteridad, el número de lectores, la ausencia de lectores, la importancia de un momento determinado? Creo que la gente me leerá durante algún tiempo. Al menos, eso es lo que me dicen mis lectores. He contribuido un poco a la discusión de los problemas de las mujeres. Lo sé por las cartas que recibo. En cuanto a la calidad literaria de mi obra, en el sentido más estricto de la palabra, no tengo ni la menor idea.
Fragmento de la entrevista realizada a Simone de Beauvoir, por Madeleine Gobeil (1965). La entrevista se publicó en The Paris Review, en la sección El escritor y su trabajo.

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