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¿Esboza un plan muy preciso cuando escribe
una novela?
Sabe, no he escrito
una novela en diez años, y durante ese tiempo he estado trabajando en mis
memorias. Cuando escribí Los mandarines,
por ejemplo, creé personajes y una atmósfera alrededor de un tema determinado,
y poco a poco el argumento cobró forma. Pero en general empiezo a escribir una
novela mucho antes de elaborar el argumento.
La gente dice que usted tiene mucha
autodisciplina y que nunca pasa un día sin trabajar. ¿A qué hora empieza?
Siempre estoy
apurada por empezar, aunque en general me disgusta empezar el día. Primero tomo
té, y después, más o menos a las diez de la mañana, me pongo en actividad y
trabajo hasta la una. Después veo a mis amigos y más tarde, a las cinco, vuelvo
al trabajo y sigo hasta las nueve de la noche. No tengo problemas para retomar
el hilo a la tarde. Cuando usted se vaya, leeré el periódico o tal vez saldré
de compras. Casi siempre trabajar me resulta un placer.
¿Cuándo ve a Sartre?
Todas las noches, y
con frecuencia a la hora del almuerzo. Generalmente trabajo en su casa durante
la tarde.
¿No le molesta ir de un departamento a otro?
No. Como escribo
libros académicos, me llevo los papeles conmigo y todo funciona muy bien.
¿Se concentra inmediatamente?
En cierta medida, depende
de lo que esté escribiendo. Si el trabajo va bien, dedico un cuarto de hora a
leer lo que escribí el día anterior, y hago unas pocas correcciones. Después
continúo a partir de ese punto. Para retomar el hilo tengo que releer lo último
que escribí.
¿Sus amigos escritores tienen los mismos
hábitos que usted?
No, es algo bastante
personal. Genet, por ejemplo, trabaja de una manera muy diferente. Dedica doce
horas diarias durante seis meses cuando está escribiendo algo, y cuando
termina, puede dejar pasar seis meses sin hacer nada. Como dije, yo trabajo
todos los días, salvo durante los dos o tres meses de vacaciones, en los que
viajo y generalmente no trabajo nada. Leo muy poco durante el año, y cuando
viajo me llevo una valija llena de libros, los libros que no he tenido tiempo
de leer. Pero si el viaje dura un mes o seis semanas, me siento inquieta,
especialmente si me encuentro entre dos libros. Me aburro cuando no trabajo.
¿Cómo se sitúa usted entre los escritores
contemporáneos?
No lo sé. ¡De qué sirven
las autoevaluaciones! ¿El ruido, el silencio, la posteridad, el número de
lectores, la ausencia de lectores, la importancia de un momento determinado?
Creo que la gente me leerá durante algún tiempo. Al menos, eso es lo que me
dicen mis lectores. He contribuido un poco a la discusión de los problemas de
las mujeres. Lo sé por las cartas que recibo. En cuanto a la calidad literaria
de mi obra, en el sentido más estricto de la palabra, no tengo ni la menor
idea.
Fragmento de la
entrevista realizada a Simone de Beauvoir, por Madeleine Gobeil (1965). La
entrevista se publicó en The Paris Review,
en la sección El escritor y su trabajo.