lunes, 22 de julio de 2013

Aplastamiento de las gotas


Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad
en el mármol.  
                                                                                                       
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.


                                                                              Julio Cortázar

miércoles, 17 de julio de 2013

Mentir


Un escritor es un hombre que miente.
Abelardo Castillo

¿Qué puede hacer una niña tímida, que tiene nariz grande, piernas flacas, ropa deslucida y que se sabe invisible para sus compañeras de grado? ¿Qué puede hacer esa niña a la que su madre ha contado cuentos cuando ella era la niña de la niña que hoy es, sino leer, leer desaforadamente todo lo que hay en su casa? ¿Y qué hay en su casa?

Una mezcla de Twain y D´Amicis, de Stevenson y Tagore, de Dumas y Olegario Andrade, de Collodi y Kempis, una edición bellísima de El Quijote, varios Shakespeare en las ediciones populares de Tor, una Divina Comedia, un Decamerón, muchos libros sobre cooperativismo, muchas biografías y relatos de viaje, una colección de literatura política argentina que tiene desde Alberdi a Monteagudo, desde Moreno a Mansilla, con todo Sarmiento y todo Echeverría y, sobre todo, mucha y buena literatura informativa, enciclopedias, diccionarios, historias universales y argentinas, historias de la música, del arte, de la fotografía, de la filatelia... porque no era la literatura sino el conocimiento lo que primaba en la casa y había que saber cómo se hace cada cosa, cómo está compuesto el universo, cómo se generó la vida en la tierra... porque los libros tenían un sentido utilitario y tal vez no hiciera falta leer una novela, pero cómo ignorar la evolución de la pintura desde Altamira hasta Picasso. Y yo, la niña que yo era, iba por esos libros con el mismo desparpajo, con la misma irreverencia con que transitaba por las fotonovelas - Nocturno , Chabela , Idiliofilm - que había en la casa de mi amiga Rosa, o por las hojas teñidas de sangre de la revista Así* en las que el carnicero envolvía la carne que me habían mandado a comprar. Todo tenía para la imaginación de mis ocho, diez años, el mismo valor, porque yo iba por esos libros y diarios y revistas, buscando historias para contar a mis compañeras de grado, historias que, mentirosa, relataba como propias. Iba a la escuela cada mañana y, en el recreo largo, me sentaba en un banco de cemento, en el patio, y contaba algo que había leído el día anterior, una historia que alargaba o modificaba a mi antojo, para agregar suspenso o acabar a tiempo para regresar al aula. Ellas no sabían que se trataba de episodios robados a los libros, y yo sentía por eso una inmensa vergüenza, pero lo mismo contaba, como un vicio cuya marcha no podemos detener, yo contaba. Lo que no había comprendido aún era que en aquellas historias narradas para que me quisieran mis compañeras de grado, yo estaba ejercitándome ya en esta pasión, en este delicado hacer, en esto que Abelardo Castillo llama el oficio de mentir. 



María Teresa Andruetto (extraído de http://www.teresaandruetto.com.ar/)

*Difundida revista de crímenes, en el estilo de periodismo catástrofe, que circulaba en Argentina en los años sesenta.

martes, 9 de julio de 2013

Árbol de Diana

1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
Y he cantado la tristeza de lo que nace.

2
Éstas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...

3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

4
AHORA BIEN:
Quién dejará de hundir su mano en busca del tributo para la pequeña
olvidada. El frío pagará. Pagará el viento. La lluvia pagará. Pagará el
trueno.

A Aurora y Julio Cortázar

5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mundo

6
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe

7
Salta con la camisa en llamas
De estrella a estrella.
De sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
La que ama al viento.

8
Memoria iluminada, galería donde vaga la sombra de lo que espero.
No es verdad que vendrá. No es verdad que no vendrá.

9
Estos huesos brillando en la noche,
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado,
este verde muy amado,
esta lila caliente,
este corazón sólo misterioso.

10
un viento débil
lleno de rostros doblados
que recorto en forma de objetos que amar

11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

12
no más las dulces metamorfosis de una niña de seda
sonámbula en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento

13
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome

14
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe

15
Extraño desacostumbrarme
de la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
oficio de recién llegada.

16
has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos
has terminado sola
lo que nadie comenzó

17
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días
sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta,
se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me lloro
en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su espera en
hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nombres
creciendo solos en la noche pálida.

18
como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme

19
cuando vea los ojos
que tengo en los míos tatuados

20
dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe

A Laure Bataillon

21
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y allá

22
en la noche
un espejo para la pequeña muerta
un espejo de cenizas

23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser la visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos

24
(un dibujo de Wols)

estos hilos aprisionan a las sombras
y las obligan a rendir cuentas del silencio
estos hilos unen la mirada al sollozo

25
(exposición Goya)

un agujero en la noche
súbitamente invadido por un ángel

26
(un dibujo de Klee)

cuando el palacio de la noche
encienda su hermosura
pulsaremos los espejos
hasta que nuestros rostros canten como ídolos

27
un golpe del alba en las flores
me abandona ebria de nada y de luz lila
ebria de inmovilidad y de certeza

28
te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas

29
Aquí vivimos con una mano en la garganta. Que nada es posible ya lo
sabían los que inventaban lluvias y tejían palabras con el tormento de la
ausencia. Por eso en sus plegarias había un sonido de manos enamoradas
de la niebla.

A André Pieyre de Mandiargues

30
en el invierno fabuloso
la endecha de las alas en la lluvia
en la memoria del agua dedos de niebla

31
Es un cerrar de ojos y jurar no abrirlos. En tanto afuera se alimenten de
relojes y de flores nacidas de la astucia. Pero con los ojos cerrados de
un sufrimiento en verdad demasiado grande pulsamos los espejos hasta
que las palabras olvidadas suenan mágicamente.

32
Zona de plagas donde la dormida come
lentamente
su corazón de medianoche.

33
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va

A Ester Singer

34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte
sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente

35
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de
fuego, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche,
déjate caer y doler, mi vida.

36
en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas

A Alain Glass


37
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia

38
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas:
este canto me desmiente, me amordaza.


Alejandra Pizarnik (1962)

viernes, 5 de julio de 2013

Giribone 850

La PUERTA de madera
tiene un cartelito
que reza:

los que entran aquí
se hacen fuertes
pasen y coman
la mesa está puesta
la heladera llena

si no tiene donde dormir
hay una cama
a su medida

este es el país
de las manos propias,
al serruchar clavar lijar
los ideales encuentran forma.

Esta casa posee la alegría
sencilla y digna
de los que hacen 
su propia comida

y después invitan.


**

CARÁTULA: desalojo

La viera usted
correr desgreñada
asistir al reparto judicial
buscar su apellido
de consonantes raras
entre tantos martínez,
gonzález, miranda.

Mary, de planta baja, la reta
¿qué hacés con esa remera?
subí arreglate y bajá.

La prolijidad ante todo
-aunque nos rajen-
frente al traje
de la autoridad.




Poemas del libro Giribone 850, de Silvia Jurovietzky (Bajo la Luna, 2009)